Trajes de flamenca

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El origen de este típico vestido andaluz se remonta a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando las vendedoras acudían a la feria con los tratantes de ganado vestidas con modestas batas de percal con varios volantes acompañados de un delantal que utilizaban para trajinar o faenar y como estas ferias eran en distintos lugares, los ganaderos iban con sus casas a cuestas. Resultó que esta moda favorecía mucho al cuerpo femenino, lo dotaba de sensualidad y además eran cómodos para la faena. El binomio perfecto para que poco a poco su uso se extendiera.

Luego, las clases pudientes copiaron el vestido de las trabajadoras del campo. El traje inicialmente era la indumentaria utilizada por las mujeres de etnia gitana se ha popularizado como traje y uniforme popular en las ferias que se celebran en muchas localidades de Andalucía.

Así pues, con la llegada de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, la historia de este traje regional pegaría un vuelco. El ocio superó el negocio en la llamada feria de ganado, que perdió su apellido. Las mujeres de todas las clases sociales habían comenzado a usar el traje de flamenca, y lo engalanaban con complementos: peinas, flores en la cabeza y mantoncillos o mantones de manila, así como grandes pendientes. 

Es el único traje regional que varía se renueva y también se puede decir que se reinventa añadiéndole nuevos complementos y materiales según el paso de la moda por eso podemos decir que es una «vestimenta viva».

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